domingo, 9 de diciembre de 2018

¡Changemaker!

La organización internacional Ashoka nos reconoce e incluye dentro de su red de centros educativos "changemakers". 

Recibiendo el reconocimiento junto a Paula, alumna del IES Jaranda.
El pasado 13 de noviembre tuvo lugar en Madrid, en el Teatro Español, en la calle Príncipe de Madrid, la presentación de los nuevos emprendedores sociales y centros educativos "Changemakers" que, a lo largo de 2018, han sido reconocidos por Ashoka. En nuestro caso, ha sido el resultado de un intenso proceso evaluador que se ha desarrollado a lo largo de un año, a través del cual los miembros de esta organización han conocido de primera mano los proyectos educativos que se desarrollan en el IES Jaranda. El aprendizaje por proyectos, el aprendizaje-servicio y los programas intergeneracionales que llevamos a cabo y que conforman la identidad de nuestro Centro han sido los avales que han conducido a nuestro reconocimiento por Ashoka. El formar parte de esta prestigiosa red nos permite participar en un nuevo escenario de acción e interacción que amplía nuestros horizontes y, sobre todo, nos hace sentirnos acompañados en nuestras aventuras en favor de la transformación social con la que estamos comprometidos.


Este es el texto de Paula Chato, alumna de 2º de ESO y protagonista de las experiencias educativas que llevamos a cabo en el Instituto, con el que se abrió este acto de reconocimiento, ante un auditorio de cerca de 600 personas:

En mi instituto, no tenemos libros de texto ni que aprender la lección de memoria. En el aula, los pupitres no miran a la pizarra, están todos juntos, no debemos callar, sino hablar. Un ordenador es nuestro instrumento imprescindible y tenemos que colaborar entre nosotros y ayudarnos.

Pero lo cierto es que tenemos muchas otras aulas a nuestra disposición, como el aula abierta, un espacio grande en el que nos reunimos a trabajar sin tener en cuenta ya los grupos o las clases. Podemos elegir. Por ejemplo, ¿Qué os parece un pueblo abandonado, como aula? Pues a nosotros nos encantó. Vivimos esta experiencia con los alumnos de otros institutos de Extremadura que comparten nuestra metodología, los que formamos el CREA, y un grupo de personas mayores trabajando juntos para devolver la vida a un pueblo abandonado, Granadilla. Estuvimos tres días trabajando intensamente restaurando los hornos abandonados, pintando los comedores, haciendo pan, aprendiendo de agricultura y de ganadería y viendo cómo todo aquello volvía a la vida, era nuestro pueblo. Por la tarde compartíamos experiencias con los mayores, nos cuidábamos unos a otros y aprendíamos muchísimo de ellos sobre la vida y las tradiciones de nuestra propia tierra. 

Otras veces nuestra aula es la residencia de mayores, en la que mayor parte de ellos se encuentran dependientes, muchos con deterioro cognitivo, que necesitan de nuestros cuidados. Vamos a hacer actividades con ellos y con los niños pequeños de un centro de educación infantil. Los alumnos de cocina hacen con ellos un taller terapéutico, elaborando recetas que luego se comen (cocinar hace bien al alma, ¿lo sabíais?) Y además vamos a tocar ahí con nuestra banda, en la que soy batería, las canciones que ensayamos en los recreos con el profesor de música, que es nuestro manager. En la residencia, en los campamentos de verano que allí hacemos al terminar el curso, estoy aprendiendo a ser cuidadora, acompañando a los profesionales en su trabajo diario. Presto mucha atención a todo y ya sé bastante de cómo cuidar a los que no pueden valerse por sí mismos, a colocarles el oxígeno, a darles de comer y estoy pendiente de ellos todo el tiempo para prestarles ayuda y acompañarles. La mayoría sufre sobre todo soledad y les alegra mucho el que estés con ellos.



Pero quizás el aula más revolucionaria es la que formamos con las personas mayores del pueblo, vienen al centro tres veces por semana a aprender con nosotros. Ellas trabajan en el Instituto cosas que en su día no pudieron aprender. Nosotros hablamos en inglés, pero ellas saben latín. Y sobre todo son expertas de las materias más importantes, esas con las que uno aprende a vivir, Nos dicen que la vida no es siempre un camino de rosas, y nos cuentan las difíciles experiencias a las que se han enfrentado y eso es muy bueno conocerlo. Ahora estamos trabajando con ellas en una campaña de publicidad sobre víctimas y culpables de la crisis actual. Un proyecto que desarrollamos con los profesores de lengua, inglés, música e historia, para que la gente tome conciencia de lo qué está ocurriendo y tratemos de ayudar a los que lo están pasando mal. Esas dos horas semanales son muy importantes para nosotros y para ellas, aprendemos a comunicarnos y a trabajar juntos. Somos unos compañeros más. Y sin darnos cuenta crecemos en empatía, en responsabilidad, en compromiso, en solidaridad y en autonomía. Estas experiencias son las que más me han ayudado a cambiar yo misma y a transformar el mundo en el que vivo.

En mi instituto, el aula es el pueblo, el libro de texto son los demás, Y no hace falta memorizar la lección, porque todo lo que hacemos resulta inolvidable. Venid a vernos y conoceréis a los ciudadanos del hoy, a la nueva “cuidadanía”, a los que aprenden a ayudarse y a cuidar de los que lo necesitan. Muchas gracias.






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