Emociones paralelas:
convivencia intergeneracional y aprendizaje emocional.
presente que nuestro enfoque principal estaba orientado hacia el mundo de las emociones. Somos conscientes de la significación y trascendencia que tiene, dentro del ámbito educativo, el aprendizaje emocional como base y motor del resto de las competencias y habilidades que los alumnos tienen que alcanzar y entrenar. Y no sólo se trata de una cuestión relacionada con dimensiones tan valoradas en el aprendizaje formal como la motivación, la responsabilidad, el esfuerzo, el autocontrol, la asunción de normas y otras actitudes que consideramos básicas y que consideramos deberían estar integradas de serie en niños y adolescentes. Tiene más que ver con la perspectiva o componente emocional que condiciona o mediatiza cualquier esfera de la actividad humana y, muy especialmente, el aprendizaje. No es ninguna tontería decir que para aprender es necesario emocionarse y que es precisamente esa tensión pulsiva, esa activación neurosensitiva, la que nos mueve y conduce a los procesos cognitivos que ponemos en juego en esta compleja tarea. Pero además, en adolescentes y jóvenes -también en niños- las situaciones vitales que llevan consigo mismos a los centros educativos, a veces con cargas tan pesadas como sus mochilas llenas de libros, precisan de una atención que, la mayor parte de las veces, no tiene lugar. Son estas cuestiones, tan importantes y significativas para ellos, las que deben trabajarse en el aula, dándoles cabida en el escenario de aprendizaje que les debemos crear y preparar. La integración, la aceptación propia y por parte de los demás, el compromiso, el afecto, la autoestima, la valoración de riesgos, la petición de ayuda, la toma de decisiones y un importante conjunto de dimensiones emocionales que, para ellos, constituyen su principal foco de interés y de preocupación. Si no las colocamos en un lugar preferente de nuestra acción educativa, estamos enajenando la parte más importante y sensible de su yo, imposibilitando una verdadera formación integral de los alumnos, que constituye el eje principal de nuestro trabajo como docentes y el objetivo declarado de las institucione educativas.
El aprendizaje emocional, aún llevando ya más de dos decenios de inclusión como paradigma central en el mundo de las inteligencias, sigue teniendo escasa aplicación -no así predicación- en el mundo educativo. Aún así, cuenta con mucha más atención y dedicación por parte de profesionales e investigadores en el mundo de los jóvenes que en el de los mayores. De hecho, parece que el concepto de aprendizaje permanente queda excluido del ámbito emocional y venimos a considerar que, en el mundo de las emociones, llega un momento de la vida en el que ya no hay más que aprender, o que las emociones empiezan a tener un papel secundario y muy mitigado en nuestras actividades vitales. Un prejuicio que, de una manera silenciosa y sin intención, se ha instalado en la percepción del mundo de los mayores y que ha llevado a minimizar su presencia e importancia. A excepción de ciertas situaciones patológicas o de sintomatología depresiva, poca atención se presta al mundo emocional de las personas mayores. Y no nos engañemos, todo planteamiento que abarque el envejecimiento -y más desde la perspectiva del envejecimiento activo- tiene un sustancial e inevitable componente emocional. Los que trabajan directamente con ellos, y muy especialmente en residencias de mayores, son muy conscientes de lo que afecta en su bienestar el componente emocional, incluidos aquellos que sufren cualquier grado de deterioro cognitivo. Desde hace un tiempo tenemos entre nuestros proyectos el llevar a cabo un programa de aprendizaje emocional conjunto de adolescentes y mayores. Aunque pueda sorprendernos, en estos tramos de edad aparentemente tan distintos y distantes se encuentran desafíos y situaciones vitales muy similares, que abren la puerte para proponer planteamientos, programas y estrategias conjuntos. Esta presentación contiene un esquema que recoge las bases de una propuesta de aprendizaje emocional compartido para adolescentes y mayores. Aunque de manera implícita e intuitiva ya estamos llevando a cabo una parte importante del mismo, esperamos que, a corto plazo, podamos implementarla de forma más explícita e intencionada. En este caso, las líneas que se cruzan en experiencias intergeneracionales nos están mostrando la dirección hacia un mundo de emociones paralelas.