Y llegó la tristeza..., nuestra segunda emoción.
El programa de convivencia "trigeneracional" continúa su actividad centrada en las emociones. La tristeza nos acompaña en el adiós al 2016.
Mascota de la tristeza. Figura zoomórfica del cuadro Blue Sky, de Vasili Kandinski. |
El 12 de diciembre tuvimos nuestra última sesión en ServiMayor de este año, 2016, en el que hemos puesto en acción, primero como experiencia piloto y como proyecto estructurado en este curso escolar, el nuevo programa de convivencia "trigeneracional". Un plan que está diseñado para que los alumnos de 3º de ESO, que actúan como generación bisagra entre niños y mayores, desarrollen una intensa propuesta de aprendizaje en torno al mundo de las emociones. También el que los niños del centro de educación infantil La Casita, que tienen entre dos y tres años de edad, centren en el ámbito de las emociones gran parte de sus actividades formativas y que empiecen a identificar los estados de ánimo que experimentan, tanto en ellos mismos como en los demás, y las situaciones que los provocan. Los mayores de ServiMayor nos acompañan en este viaje en torno al mundo de las emociones, participando con nosotros en los talleres y actividades que llevamos a cabo en nuestros encuentros y haciéndose cómplices de las iniciativas que desarrollamos.
Después de la alegría ha sido el turno de la tristeza, su opuesto, que hemos hecho coincidir con el final del año. Hemos recogido, como hicimos con la alegría, la expresión gráfica de esta emoción, fotografiando a niños, adolescentes y mayores con sus caras tristes. En los niños de manera espontánea, aprovechando esos instantes de obcecación y frustración que tienden a expresar con facilidad y frecuencia en sus experiencias diarias, que afortunadamente resultan breves y pasajeros. Los alumnos del Instituto se han fotografiado ellos mismos en actitudes y gestos simulados, más bien fingidos, algunos muy veraces y convincentes, otros algo más impostados y sobreactuados. En cuanto a los mayores, muchas de sus fotografías han sido tomadas de manera improvisada, retratando unos rostros que durante buena parte del día muestran de manera natural un cierto poso de tristeza. Con las fotografías de unos y otros hemos elaborado el "árbol de la tristeza", una estructura ligera y móvil que pretendía simular a esos atrapadores de sueños que asociamos a la cultura de los indios americanos.
Aprovechamos esta sesión para experimentar con una nueva herramienta de estimulación, el Flipi-Flux, un juego de geometría cinética que ofrece un espacio de acción para los movimientos compartidos de manos y brazos, que acompaña el manejo del artefacto con sugerentes efectos sensoriales y con una sorprendente belleza plástica y visual. Una actividad colaborativa y lúdica que ayuda al desarrollo de la atención y de la concentración, que favorece la expresividad corporal y potencia la motricidad de niños y mayores. Renata ha sido la que nos ha iniciado en su manejo y nos ha mostrado sus posibilidades, facilitándonos recursos y medios para superar las dificultades de movilidad de los mayores.
El "árbol de la tristeza" va a pasar las Navidades en ServiMayor, esperando que actúe como un auténtico ahuyentador de tristezas y atrape entre sus ramas los excesos de esta emoción, cuando el estar triste ya no cumple con su función adaptativa y evita el expresar otros sentimientos positivos. Y ojalá para este próximo año todos consigamos estar tristes solo cuando lo necesitemos y que, ya puestos, la tristeza se haga muy poco necesaria, lo más prescindible posible.